sábado, 10 de octubre de 2009

Nos costó un Perú, pero Palermo consumó una nueva hazaña y por ahora estamos adentro de la Copa del Mundo

Argentina sufrió enormemente para poder derrotar al seleccionado de José Del Solar. Fue victoria por 2 a 1 bajo una tremenda lluvia, en tiempo de descuento y con otra aparición histórica del rubio delantero de Boca Juniors, emulando al gol de Ricardo Gareca en las Eliminatorias de 1985 y que nos llevó luego al título de México 1986. Había abierto el marcador Gonzalo Higuaín y a los 45 del segundo tiempo empataba Hernán Rengifo. El equipo de Diego Armando Maradona jugó muy mal pero por ahora con este triunfo se está clasificando directo para Sudáfrica 2010. Se define todo el miércoles, cuando enfrentemos a Uruguay en Montevideo.

Las agujas del reloj corrían tan rápido que casi no podían verse, la angustia recorría cada cuerpo de la patria futbolera y Sudáfrica quedaba cada vez más lejos para Argentina. Sin embargo, el muchachito de la película, Martín Alejandro Palermo, entró nuevamente en escena, como en tantas otras oportunidades de su carrera, y con un toque de zurda debajo del arco puso el 2 a 1 definitivo en tiempo de descuento y bajo una intensa cortina de agua bendita que caía desde el cielo, devolviéndonos así la sonrisa y consumando otra epopeya Monumental, esta vez en el mismísimo estadio de River, que terminó coreando su nombre. Es indudable que este hombre que hoy dejó la casa número 9 para lucir la 18, es un elegido, un ser humano tocado con la varita mágica de las hazañas. Y su gol fue casi un calco al que se vio en 1985, en las Eliminatorias para el Mundial de 1986, cuando Ricardo Gareca (otro delantero, rubio y alto) puso el 2 a 2 ante Perú en la boca del otro arco donde esta tarde consumó el milagro el titánico atacante de Boca Juniors. Esta vez este grito no asegura aún un cupo para Sudáfrica, pero cualquier similitud con ese recuerdo nos invita a soñar. Porque ese tanto del Tigre, hace 24 años atrás, luego nos llevó a la Copa del Mundo que el equipo que dirigía Carlos Salvador Bilardo ganó en México. Aquella vez la empujó el actual entrenador de Vélez después de una corajeada de Daniel Passarella, y en esta oportunidad fue el turno de Martín Pescador, quien mandó la pelota a la red tras un tiro de Federico Insúa. Un gol made in Xeneise.
Antes y después de la nueva hazaña del Loco, la selección Argentina no había mostrado casi nada. Y ese gol de Hernán Rengifo que colocó el 1 a 1, cuando el reloj marcaba el minuto 45 del segundo tiempo, dejó mudo al Monumental. Sin embargo, si hablamos de merecimientos no era descabellado el empate. Perú había hecho innumerables méritos para lograr la paridad en el tanteador. En el complemento, el equipo del Chemo Del Solar fue superior a la Argentina e inquietó en varias oportunidades al arquero Sergio Romero, quien tuvo una muy buena noche. En la parte inicial, los visitantes habían esperado bien atrás como arma estratégica prediseñada. En ataque, nada. Pelota, campo y posesión mayoritaria del balón eran propiedad del conjunto de Maradona. Sin embargo, esa tenencia de pelota carecía de profundidad y claridad para manejar esa circunstancia en el juego. Pablo Aimar nunca entró en sintonía y perdió varios balones. Mientras que Lio Messi intentaba con maniobras individuales suplir la falta de juego colectivo de la selección nacional. Lo mejor de la Pulga se vio en el primer tiempo, aunque su actuación no paso de discreta y su prestación positiva para con el equipo fue en declive a medida que pasaban los minutos del partido.
En la parte complementaria, el adelantamiento de Perú benefició a la selección solo en una jugada puntual: la del gol de Gonzalo Higuaín, la del 1 a 0. Con más espacios, Pablo Aimar (en su única jugada destacada del juego) colocó una asistencia milimétrica para el delantero del Real Madrid, quien definió con un tiro cruzado, al palo derecho de Leao Butrón. De ahí en más, el equipo de Maradona padeció de miedo escénico. Se refugió muy atrás, renunció al ataque casi por completo y la línea de tres que había instaurado Diego desde el vestuario desapareció (Palermo entró por el improductivo Enzo Pérez, se adelantó Jonás Gutiérrez y se atacó por algunos minutos con tres puntas). Ingresó Martín Demichelis por Higuaín para jugar de lateral derecho y se volvió a defender con cuatro jugadores. Es increíble que el equipo se tirara tan atrás ante este Perú, muy lejano en calidad de jugadores y nivel colectivo de otros tiempos de gloria del país incaico. Entonces, la pelota la manejaba Perú, con Juan Vargas y Roberto Palacios (ingresó por Nolberto Solano y el Chorri y Ñol se despedirían así de la selección de su país). Aimar siguió desaparecido, más allá de su ya mencionada participación vital en el gol de Higuaín. Messi cada vez era menos importante (por ser leve y no decir que no la tocaba...) y Gutiérrez y Ángel Di María no pesaban en el juego por las bandas. Jugando así, irremediablemente el empate era una sensación muy perceptible en el ambiente del Monumental. Los gritos de la gente (antes de la paridad peruana) eran hostiles hacia los jugadores, pidiendo más garra y reclamando un mayor protagonismo en el juego de la selección nacional. Pero ni los cánticos ni las indicaciones de Maradona (pocas, pero algunas dio) hicieron reaccionar a este equipo. Y tras un corner, la pelota le cayó a Palacios, este tiró un preciso centro para Rengifo y el delantero que había ingresado en el segundo tiempo cabeceó con una insólita soledad para decretar el 1 a 1.
Parecía que todo se acababa allí, las calculadoras echaban humo de tantos cálculos matemáticos y Sudáfrica 2010 nos tenía en zona de repechaje. Pero el optimista del gol, ese que tan bien definió Carlos Bianchi alguna vez, tenía otros planes para esta jornada. Ya bajo una intensa lluvia, la Argentina fue a ciegas a buscar los tres puntos. Luego de un centro de Di María, la pelota le cayó al Pocho Insúa (había entrado por Aimar), este pateó al arco, su disparo pegó en un peruano y fue magnetizada, seducida y piropeada por Palermo, el enamorado del gol, para que le cayera en su botín izquierdo. Toque debajo del arco a lo Gareca en 1985 y delirio total del público argento. Ya no importaba nada. Ni los malos 90 minutos que jugó otra vez la selección. Ni los cantos hostiles. Ni la falta de identidad de juego de la que sigue careciendo este equipo. Ni... Nada, ya no importaba nada. Solo había que gritar y disfrutar el grito del goleador de Boca, ya sin remera y agradeciendo al cielo por esta nueva hazaña personal, que conlleva consigo una milagrosa victoria del equipo argentino. Había que verlo a Maradona festejando como un jugador, como un nene, chapoteando bajo la lluvia y haciendo patito, tirado de panza en el césped mojado por la cortina incesante de agua que caia. Y había que ver el grito de la gente. Eufórica, desaforada, feliz, aliviada... En definitiva, ya se podrán analizar bien los detalles del juego. Lo que importa ahora son estos tres puntos vitales que nos dejan, al finalizar esta anteúltima jornada de eliminatorias, en el cuarto lugar, en el vagón del fondo de los que van directo al Mundial 2010 de la zona sudamericana. Ahora a pensar en Uruguay, el miércoles en Montevideo. Si empatamos estamos adentro de Sudáfrica (solo una tremenda goleada de Ecuador en Chile impediría que con ese resultado no entremos derecho). Maradona, muchachos, a idear bien el choque ante los charrúas entonces. Diego deberá mostrar por primera vez alguna pizca de sapiencia para plantear bien un partido de visitante. Ser inteligente para lograr una estrategia acorde al objetivo que se proponga. Y ser sabio para jugar el encuentro en la zona que más le convenga a la Argentina. Será una indudable guerra futbolera del Río de La Plata. Habra que jugarla con el cuchillo entre los dientes. Y Palermo, el muchachito de la película, por las dudas, estará atento para ver si filma otra parte más de su vida cinematográfica. Como alguna vez convirtió un gol con los ligamentos rotos (jugando para Boca ante Colón, en Santa Fe), hoy lo hizo con su nariz sangrando y, quizás, con su tabique nasal roto. Un real gladiador, un Titán...

El uno por uno de Argentina:
Sergio Romero (7):
En el segundo tiempo fue llamado a intervenir en más de una ocasión. Tapó un mano a mano ante Juan Vargas, y anteriormente le había sacado un remate al mismo ex jugador de Colón de Santa Fe. Otra actuación positiva del arquero que actua en Holanda. Como para confiar en que los guantes de la selección estan en buenas manos.
Jonás Gutiérrez (4): No pesó como lateral derecho y mucho menos como volante por ese sector, cuando Maradona lo ubicó allí en el segundo tiempo. No fue muy atacado por su zona y sin embargo no tuvo demasiado protagonismo en ataque con sus habituales corridas de Galgo.
Rolando Schiavi (4): Cuando Perú se adelantó en el complemento, Rolo tuvo algunas dudas. Revoleó demasiado la pelota y no dio la seguridad que se esperaba de él.
Gabriel Heinze (4): Desordenado como siempre y sin muchas luces para cubrir los huecos en defensa.
Emiliano Insúa (5): Sin descollar, fue lo mejor de la defensa. Correcto en la marca y con alguna excursión en ataque en el primer tiempo. En el complemento se limitó a defender y casi no se sumó en la búsqueda ofensiva. Tiene crédito para seguir siendo el lateral izquierdo.
Enzo Pérez (4): Empezó bien. El primer tiro al arco argentino fue de él. Sin embargo, con el correr de los minutos, su actuación fue bajando hasta desaparecer por completo del circuito ofensivo nacional. Fue reemplazado por Palermo en el entretiempo.
Javier Mascherano (4): No jugó bien, pero al menos intentó imprimirle algo de caracter al equipo. Igualmente, estuvo errático en los pases y sin peso para cortar el juego peruano en el medio, fundamentalmente en el segundo tiempo. Aplazado.
Ángel Di María (5): Lo mejor del volante del Benfica de Portugal se vio en el PT. Allí pudo entrar más en contacto con la pelota y realizar alguna corrida, abriendo la cancha correctamente por la zona izquierda. En el complemento bajó mucho su nivel, pero tiró el centro para Insúa, que luego derivó en el tanto de Palermo.
Pablo Aimar (5): No se escondió nunca, pero tampoco estuvo en sintonía fina en ningún momento del partido. O si, en uno puntual, en la deliciosa asistencia para el gol de Higuaín. Eso lo salvó del aplazo.
Lionel Messi (5): Quiso con jugadas individuales suplir el mal mayor de este equipo: su falta de juego colectivo. Lo logró pocas veces, pero en algunos intentos hizo pesar su gambeta. Casi convierte en el PT con un sablazo de zurda. Sin embargo, sigue a años luz de ser el que es en el Barcelona de España. Muy lejos esta áun de influir positivamente en el andamiaje ofensivo de Argentina. Debe jugar más en equipo y no caer siempre en gambetas egoístas.
Gonzalo Higuaín (6): Lindo gol del Pipita. Resolución rápida, tal como lo hace en el Real Madrid. Antes y después de ese gol, no gravitó mucho en el tramite del juego. Se perdió uno solo debajo del arco, en el primer tiempo.

Ingresaron:
Martín Palermo (8) (Figura): Su puntaje va directamente ligado al peso de su gol. Fue el mejor de la cancha. En tiempo recuperado escribió otra página de su película increíble. Se vistió otra vez con el ropaje de héroe y le otorgó a la selección tres puntos gravitantes en su lucha por estar en Sudáfrica. Estaba en el lugar indicado, en el momento justo. Como casi siempre lo hace el Titán de Boca Juniors.
Martín Demichelis (5): Entró para reforzar la defensa y se paró como lateral derecho. No desentonó, pero tampoco se destacó. Arriesgó en algunas salidas con pelota al pie. Seguramente será el lateral derecho ante Uruguay, el miércoles en Montevideo. Federico Insúa (6): Una linda pisadita y el tiro que derivó en el gol milagroso de Palermo. Por el tiempo que jugó, fue bastante grande su prestación para el seleccionado argentino.

Toda la locura de Diego en el grito loco del tanto de Palermo. Se tiró al piso e hizo patito con el césped mojado por la intensa lluvia que acompañó al partido en los minutos finales del juego en el Monumental. Luego del encuentro, a Maradona se lo escuchó feliz y confiado: "Ahora tenemos que ir a Uruguay a jugarnos la clasificación con total orgullo, vamos a tener que armarnos bien. Si nosotros les hacíamos cinco goles a Perú podíamos estar más tranquilos, pero la diferencia fue sólo de uno y ahora nos tenemos que jugar la vida. Tenemos que empezar a hacer cuentas”, contó Pelusa en la Conferencia de Prensa.






Redacción y puntajes: Claudio Darío Aimar
e-mail : caiaimardario@hotmail.com
Mi blog: www.explosiondeportiva.blogspot.com

1 comentario:

  1. Juan Ignacio Barragán11 de octubre de 2009, 9:20

    No se, hay mucho y hay poco para decir. Tenemos un grave problema en la selección, tan grande que se vio reflejado en este partido, donde no se noto diferencia entre un equipo ya eliminado del mundial y otro, el argentino, con posibilidad de clasificar. Creo que de todo lo mucho que se puede decir, esto lo resume todo. No hay duda de que hay jugadores buenos en esta selección y en Argentina. Pero tampoco hay dudas que faltan ganas, actitud y juego en esta selección.
    Tenemos una parada importante y no fácil contra Uruguay, donde si o si necesitamos tener una idea de juego, muchas ganas de jugar, y sobre todo actitud, la que se merece nuestra camiseta

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