lunes, 14 de septiembre de 2009

¡¡¡Gigante!!!

Juan Martín Del Potro entró en la historia grande del tenis mundial al vencer a Roger Federer y quedarse con el Abierto de los Estados Unidos. La victoria del tandilense fue por 3-6, 7-6 (7-5), 4-6, 7-6 (7-4) y 6-2. Hacía 32 años que ningún argentino ganaba este certamen. El último y el único en lograrlo hasta este momento había sido Guillermo Vilas en 1977.

Un lagrimón se le piantó al gigante cuando esa pelota, larga y ya fuera de competencia, se convertía en el tanto del desahogo, del triunfo y del boleto para meterse en la historia grande del tenis mundial. Ese Juan Martín Del Potro que comenzó con el pie izquierdo el partido, supo dar vuelta la taba y superar al inmenso Roger Federer, en poco más de 4 horas de juego de alto vuelo. De esta manera, el tandilense logró quedarse con el primer Grand Slam de su carrera: el Abierto de los EEUU. Este hecho solo lo había logrado por única vez Guillermo Vilas en 1977. Pasaron 32 años desde aquella epopeya de Willy. Pero hoy lunes, día atípico en el que se disputó esta final por las inclemencias del clima, este muchachito de tan solo 20 años y de talento inmenso, pudo repetir aquella hazaña poniendo su acostumbrada garra, técnica y, fundamentalmente, su mente de roble, esa que tanto tiene que ver para lograr cosas importantes en este deporte. La torre más alta de New York esta noche es Delpo. El público de la cancha central del US Open lo aplaudió fervientemente, con razón y merecimientos.
Después de esta épica victoria por 3-6, 7-6 (7-5), 4-6, 7-6 (7-4) y 6-2 sobre Roger Federer, número 1 del mundo y probablemente el jugador más importante de la historia del tenis mundial, Delpo pasa a estar en el centro de la escena del planeta tenis. Además, el chico nacido en Tandil se suma a la lista ilustre de argentinos que integran Guillermo Vilas, quien ganó este torneo en 1977 y hoy vivió el triunfo de Del Potro en Flushing Meadows como un hincha más, Gastón Gaudio con su Roland Garros 2004 y Gabriela Sabatini en 1990. Ellos solos tienen el privilegio de tener al menos una copa de Grand Slam en sus vitrinas de trofeos.
Del Potro, convertido ya en el quinto jugador más joven de la historia que conquista el último Grand Slam del curso, entre nombres como los estadounidenses Pete Sampras, Andre Agassi, John McEnroe o el ruso Marat Safin, reverdece los mejores momentos del tenis sudamericano. El reflejo de Guillermo Vilas, como ya dijimos, el único en vencer en Nueva York, en 1977. En ese entonces el juego era sobre tierra. Distante del cemento que impera hoy sobre el Arthur Ashe Stadium del Centro Nacional de Tenis de Flushing Meadows. El escenario que ha contemplado la explosión definitiva, la consolidación del tenista de Tandil.
La emoción contenida del joven sudamericano estalló cuando Federer lanzó fuera su golpe de derecha, cansada, tras cuatro horas y seis minutos de juego. Del Potro se echó al suelo. Se cubrió la cara con las manos y lloró. Felicitó a su rival sobre la red y corrió hacia su palco. A abrazarse a Franco Davin. Su guía. El mismo que dirigió a Gastón Gaudio hacia el éxito en Roland Garros, en 2004. En el último éxito, hasta ahora, del tenis argentino.
Del Potro ha interrumpido la trayectoria de la mejor raqueta de la historia. Ha derribado a un gigante que pretendía su 41ª victoria seguida. No perdía el helvético desde los octavos de final del 2003. Ante otro argentino, precisamente, David Nalbandián, que no terminó de consolidar el impulso del talento que se le presumía. El tenista de Tandil, que el próximo 23 de septiembre alcanzará los 21 años ya como número cinco del mundo, devuelve al tenis argentino el plano principal del tenis mundial.
Del Potro pagó de inicio su inexperiencia en una final. A la que entró como novato. Un escalón más para una raqueta que ha tomado impulso, plagado de condiciones. Pero afrontó el choque mediatizado ante un adversario que transita por este escenario a su antojo. Era la 21ª cita con un título para Federer. El semblante del tenista de Tandil, el octavo más joven en la historia del Abierto de Estados Unidos en buscar el éxito, nada tenía que ver con el talante y el desparpajo que mostró frente al español Rafael Nadal en la víspera. No soltó el brazo hasta bien entrado el partido. Y en los momentos cumbre decayó. Como en el tramo final del tercer set. Cuando al saque regaló el parcial a su rival con dos dobles faltas consecutivas. Mucho tenía que ver en eso los antecedentes. Las seis derrotas en seis enfrentamientos que el argentino había sufrido ante Federer. A pesar de que el equilibrio con la que hizo cara a la más reciente, en Roland Garros, reforzó su autoestima a pesar de la derrota.
Del Potro, lleno de dudas, tiró el primer parcial y ya no reapareció hasta el ecuador del segundo. Para entonces ya había dado un break al suizo, que circulaba con el viento a favor, como le gusta. Excesivamente sosegado, sobrado. En cuanto el sexto representante argentino en alcanzar una final del Grand Slam en la Era Open, tras Guillermo Vilas, Guillermo Coria, Gastón Gaudio, Mariano Puerta y David Nalbandián, se soltó, el panorama cambió para el helvético, obligado a encarar la pelea. Del Potro asumió el cuerpo a cuerpo y su primera rotura del partido, en el 10° juego, con dos pases de derecha (5-5). Metidos en el desempate el sudamericano tiró de argumentos. Saque y diestra invertida, potente y a la línea. Ganó el set y alteró a su rival, que buscó justificaciones alrededor de la zona de juego. Delpo perdió definitivamente el respeto a su rival. No hubo ya muestras para la galería ni gratuitas escenas plásticas bendecidas por un contrario inexperto. Hubo miradas al juez y caras destempladas. Desconfianza. En plena efervescencia, el tenista argentino empezó a jugar. Soltó el brazo y levantó el puño. Inclinó el partido a su favor. Pero cuanto más cerca lo tuvo, se desvió. Dos dobles faltas lo condenaron a la derrota del set con Federer al resto. Lo invadió la presión.
Federer, que afrontaba su séptima final consecutiva en un Grand Slam, recuperó el sosiego aunque su situación no mejoró. Su automatismo lo traicionó cuando Del Potro tiró de heroica. Porque nunca se dio por vencido y obligó a la lucha a su rival, exigido a buscar alternativas más allá de la rutina. Soluciones en la red y desahogo con el saque. El argentino, que nunca dio por perdido el partido, llevó a su rival al límite. Lo arrastró al desempate del cuarto parcial, que tiró el partido hacia el set definitivo tras un tie break que reflejó la frescura del argentino y la desesperación del rival.
Juan Martín del Potro se agigantó en el quinto set. De entrada rompió el servicio de Federer, errático con la derecha. Excesivamente. Rehuido de los intercambios largos. El argentino se amarró a la situación. Única en su corta historia. El saque le dio tranquilidad mientras el trono del helvético se tambaleaba. Bajó los brazos el suizo, que se alejó de la gloria y de más récords, aún pendientes de batir. Queda con 40 victorias consecutivas Federer, 2191 días sin conocer la derrota. A la orilla de los seis títulos consecutivos que no se alcanzan desde 1925, cuando Bill Tilden firmó aquella inigualable racha.
Pero lo que queda en letras grandes y por sobre todo, es la Torre de Tandil, Juan Martín Del Potro, ese que se emocionó y nos hizo emocionar a todos los argentinos en esta tarde-noche de New York, que quedará definitivamente grabada en los libros como uno de los logros más rutilantes del deporte de nuestro país.


Redacción: Claudio Darío Aimar
Colaboraciones: Olé y ESPN.
e-mail: caiaimardario@hotmail.com
Mi blog: www.explosiondeportiva.blogspot.com

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